22-mayo-2025
Sol Bernal Rosso: “Nunca es tarde para tomar las riendas de tu diabetes”
Sol Bernal Rosso es una gaditana de 49 años a quien la diabetes acompaña desde los cinco años. Natural de El Puerto de Santa María, Cádiz, estudió publicidad y relaciones públicas y comenzó su carrera profesional en una gran multinacional. Se describe como una persona alegre que disfruta de los viajes, la música y la cultura. Fue en 2006 cuando su vida le exigió una tregua debido a complicaciones relacionadas con una mala gestión de la diabetes. Hoy Sol se dedica a la divulgación en diabetes y su experiencia se ha convertido en todo un ejemplo.
Con esta historia, Sol nos enseña la cara A y la cara B de la diabetes. Todo lo malo que puede venir, pero también cuál es la mejor manera de afrontarlo. Dejando de lado la culpa, aprovechando la vida y aprendiendo del pasado. Esta historia contiene información y concienciación para que las personas con cualquier tipo de diabetes se cuiden, no se aparten e intenten gestionarlo de la mejor manera posible, pues nunca es tarde para cuidarse.
Inicios con la diabetes
Con tan solo 5 años, Sol fue diagnosticada con diabetes tipo 1. “Empecé con un glucómetro que tenía el tamaño de una caja de zapatos y con jeringuillas e insulina en tarros de cristal”, relata. Todo un reto para una niña de su edad.
Sol describe su adolescencia y juventud como una época difícil de su vida, sobre todo en lo que respecta al control de su diabetes en ese periodo. “No aceptaba la patología ni me hacía cargo de ella… hasta que ella se hizo cargo de mí", recuerda la entrevistada, quien reconoce que, entonces, la gestión y atención que prestaba a su diabetes era nula. En aquel momento reinaba la falta de información acerca de la patología y la creencia extendida de que gestionar la diabetes se reducía a pincharse insulina.
Avanzan los síntomas
“Siempre tuve el mismo tratamiento, la misma insulina mixta mañana y noche. Me variaban a veces las unidades, pero poco más. No tenía conocimiento de que existía una insulina rápida y que tenía que corregirme cuando estaba en hiperglucemia. Siempre digo que ‘de lo que no se sabe que existe, no se puede preguntar’, por lo tanto, desconocía por completo mi patología. No sé ni cómo mi cuerpo aguantó tantos años con unos niveles altísimos de glucosa en sangre”, asegura.
Para entonces, aunque no lo sabía, Sol ya se encontraba frecuentemente en estado de cetoacidosis, un proceso que se produce cuando el cuerpo no dispone de insulina suficiente para permitir que el azúcar en sangre ingrese a la célula y extraer su energía, y en su lugar empieza a obtener esa energía del tejido adiposo. Se trata de un proceso provocado para la diabetes que puede tener graves consecuencias para los riñones y otros órganos.
A pesar de que su salud empeoraba, su tratamiento con insulina no varió ni conoció alternativas. En cierto momento, Sol dejó de asistir a las consultas con su endocrino. “Las sentía como una reprimenda, algo que no me apetecía escuchar”, admite. A esta falta de soluciones se unía a un trabajo estresante, con largas jornadas laborales, que le hacían pensar que todo era un síntoma de su agotamiento.
Llegada de las complicaciones
Sol revela cómo empezó todo con una operación de intestino: “Estaba trabajando y el dolor de tripa, malestar y vómitos eran insoportables, así que mi hermana me llevó al hospital y allí me operaron de urgencias”. Ingresó con una cetoacidosis muy grave. Tras la cirugía, sus síntomas no mejoraban, por lo que fue derivada a otro hospital.
Tras un mes de ingreso y múltiples pruebas, Sol recibía su diagnóstico: Neuropatía periférica (afección dolorosa de los nervios periféricos, situados fuera del cerebro y la médula), arterosclerosis o endurecimiento de las arterias, insuficiencia renal y pie diabético. Además, Sol fue diagnosticada de una gastroparesia severa (una disfunción neuromuscular del estómago que supone el retraso en el vaciamiento del mismo) y de una retinopatía proliferativa en ambos ojos.
Esta última, la retinopatía proliferativa, es una afección que se produce cuando, debido a la acumulación de niveles muy altos de glucosa en sangre a lo largo del tiempo, los vasos sanguíneos se cierran y se forman neovasos anormales en la superficie interna de la retina. En el caso de Sol, esta complicación le llegó a suponer la pérdida casi completa de la visión.
Después de múltiples operaciones oculares, con sus consecuentes complicaciones, traslados de expediente y todo tipo de pronósticos, Sol logró salvar un 2% de visión de su ojo derecho. Fue entonces cuando decidió afiliarse a la ONCE, donde consiguió “una rehabilitación profunda, y aprender a manejar el bastón para ganar autonomía”. Tuvo que empezar desde cero.
Formación, el mejor tratamiento
Hoy Sol se dedica a la divulgación en diabetes a través de su cuenta de Instagram @mismanojos, así como a través de diferentes charlas y conferencias como la que impartió en el Diabetes Experience Day de 2024. Su experiencia personal ayuda a otros pacientes que están pasando o han pasado por una situación similar.
Aún así, las cosas continúan siendo difíciles. “Las reuniones sociales son una de las cosas que más me cuestan, tanto por la motilidad intestinal como por el tiempo que me lleva prepararme para llegar a todo”, relata Sol. Pese a que su familia y amigos la han acompañado en todo momento, considera que no ha recibido el soporte psicológico necesario por parte del Sistema Nacional de Salud. Actualmente, Sol acude a terapia para aprender a gestionar todo este proceso y las emociones que le acompañan.
Por ello, una de las primeras necesidades que Sol reivindica para todos los pacientes es la educación terapéutica en diabetes de calidad. Aunque desconoce si podría haber evitado sufrir las complicaciones que hoy la acompañan, asegura que el haber recibido más formación sí le habría ayudado a transitar durante todo este tiempo de otra manera. “La educación no es parte del tratamiento, es el tratamiento”, asegura.

Artículo publicado originalmente en el número de marzo-abril de la revista DiabetesFEDE.